Corrupción, chantaje, ambición y espiritualidad se entrelazan en el libro “Espíritos Vadios”, el primer volumen de la nueva trilogía del escritor André L. Nakamura . La trama comienza con la sospechosa muerte de dos coroneles de Paraíba, Toni y Alexandre, y sumerge al lector en una violenta lucha de poder entre las viudas de los líderes y sus sucesores. Ambientada en ciudades ficticias de Paraíba, la obra denuncia las desigualdades estructurales y desafía cualquier noción clásica de buenos y malos, al exponer a personajes involucrados en conspiraciones, traiciones y dilemas morales.

Tu narrativa se adentra en un universo donde no hay buenos ni malos, solo personas complejas que intentan sobrevivir en medio del conflicto y la corrupción. ¿Cómo fue para ti construir personajes moralmente tan ambiguos, y cómo refleja esta ambigüedad tu visión del mundo real?

Como siempre recuerdo, somos buenos y malos, en distintos grados, según las circunstancias. No creo que haya santos ni héroes en la Tierra. Por mucho que digan que la diferencia entre moralidad e inmoralidad es muy clara, personalmente no he tenido la oportunidad de conocer ese blanco y negro. El mundo es gris. Trabajar como abogado, periodista y funcionario público nos permite vivir experiencias que, la mayoría de las veces, nos impiden distinguir claramente entre héroes y villanos.

La ambientación del libro, en ciudades ficticias de Paraíba, añade una fuerte textura regional y simbólica a la trama. ¿Por qué eligió este escenario para contar esta historia y cómo se relaciona la geografía ficticia con los problemas reales del Brasil profundo?

Hay escenas ambientadas en varios estados del noreste, pero la mayoría de ellas tienen lugar en ciudades de Paraíba, tanto reales como ficticias. Paraíba es el punto más oriental de Brasil, y también lo es el Hollywood brasileño. Al referirse a las personas del noreste, algunas personas los llaman en broma «paraíbas», incluyendo políticos muy famosos, lo cual es una generalización muy errónea, porque hay nueve estados, con sus propias peculiaridades y costumbres. También son significativas las conocidas expresiones «paraíba masculina» (paraíba masculina), el apodo de «mujer macho», derivado de un clásico de Gonzagão, que también llegó a referirse a las mujeres homosexuales. El empoderamiento femenino está considerablemente representado en la obra. La historia de este estado brasileño está marcada por yagunços, cangaceiros y coroneles tradicionales (aún existen). Los coroneles que se muestran en la obra son «modernos», son coroneles con rangos, provenientes del ejército, muy prominentes hoy en día, tanto en la política como en los procesos judiciales penales.

La muerte de dos coroneles y el ascenso de las viudas como protagonistas de un juego de poder marcan una inversión de los roles clásicos. ¿Cómo concebiste la fuerza femenina representada por Marcília y Valquíria, y qué buscas provocar en el lector al colocarlas en el centro de esta disputa?

El empoderamiento femenino es notable y creciente, sobre todo si lo consideramos desde una perspectiva histórica. La siguiente frase se atribuye a Maria do Capitão, «María Bonita», quien dijo: «Una dama es la esposa de un coronel». En la telenovela, destaca una «dama» clásica: la esposa de un coronel, la viuda Porcina. Recuerdo una escena en la que el alcalde rechazó una solicitud suya, diciendo que ya no tenía nada que ver con el coronel Malta (en esa etapa de la telenovela, ya había roto con el pequeño amo). Valquíria y Marcília demuestran que siguen teniendo poder político, incluso sin sus maridos.

La presencia de hackers, figuras religiosas, abogados e incluso mafiosos pinta una imagen multifacética de la sociedad. ¿Cómo construiste este mosaico de personajes tan distintos y, sin embargo, tan conectados por intereses turbios?

La omnipresencia de la World Wide Web en el mundo actual es aterradora, y afecta incluso a quienes viven de forma analógica, sin conexión. Los hackers son los símbolos más fuertes de esta fuerza digital. Curiosamente, la influencia de las personas religiosas también está creciendo, incluso en el Congreso Nacional. Intereses oscuros promueven alianzas en los más diversos segmentos, convirtiendo a enemigos en amigos, aunque sea temporalmente. Cuando se menciona la «mafia» en Brasil, se suele leer «milicias», que, por cierto, están llenas de militares, en activo o retirados. Los abogados defienden, en una demanda, argumentos que afirman haber atacado violentamente en otra. No se trata de una crítica mordaz; es la vida cotidiana de muchos, según el área en la que trabajan. Existe una intersección entre los más diversos segmentos de la sociedad cuando existen intereses comunes, legales o ilegales.

El título «Espíritus Vagabundos» conlleva una dosis de misterio y provoca reflexión. ¿Qué representa este nombre en la historia y por qué lo elegiste como símbolo de la obra?

Hay una motivación para hacerlo intrigante. El término «Espíritus» no se usa en el sentido de «entidades incorpóreas», sino en el de «espíritu», «naturaleza». Lo sobrenatural, en la obra, no parece ser relevante; los elementos paranormales son accidentes en la narrativa. «Vadios» se refiere a la vagancia, que significa tanto ociosidad como libertinaje. Vadios, de «vadiar», un verbo que Jorge Amado usaba a menudo en relación con Vadinho, en «Dona Flor y sus dos maridos». Considero que encaja muy bien con la trama.

La trama parece apuntar a un colapso moral generalizado, donde las instituciones son frágiles y el poder es la moneda dominante. ¿Cree que, de alguna manera, el libro dialoga con la realidad política y social del Brasil actual?

Creo que sí. El mundo digital es una realidad paralela pero concomitante, y puede ser aterradora. Hay frecuentes denuncias de fraude por parte de funcionarios públicos de los tres poderes del gobierno. Hay muchos informes sobre ataques de hackers, incluso en los sitios web de agencias del Poder Judicial. Recuerdo, en este momento, un dicho popular que dice: «Si quieres conocer de verdad a alguien, dale poder». No digo que esta impresión provenga de la comprensión de que las malas noticias son lo que vende. Pero, a juzgar por los hechos que hemos conocido a través de los medios de comunicación, las instituciones son frágiles y la corrupción prevalece.

Propone una crítica contundente a la superficialidad de las apariencias y a la hipocresía de las relaciones de poder. ¿Qué tipo de incomodidad o inquietud espera despertar en quienes lean su obra?

Aunque la burla y el ridículo predominan en el libro, creo que su contenido nos permite percibir que la conciencia crítica merece una atención constante, incluso ante discursos y hechos que parecen cómicos. «La hipocresía es un tributo que el vicio rinde a la virtud», esta frase atribuida a François de La Rochefoucauld , dice mucho sobre el tema.

Como primer volumen de una trilogía, Stray Spirits abre muchas puertas a nuevos desarrollos. ¿Qué nos puedes contar sobre los próximos capítulos de esta saga y cómo planeas profundizar en los temas ya presentados?

En el libro 2, el aparato estatal tendrá una presencia más significativa, a través de personajes que representan a agentes políticos de los Tres Poderes: jueces, fiscales, policías, alcaldes y secretarios municipales. En el volumen que concluirá la trilogía, el aspecto policial se destacará en la trama, en medio de una violenta disputa por el poder paralelo, el poder de las organizaciones criminales.

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