Experto explica cómo la inmunosupresión aumenta el riesgo de complicaciones en pacientes con cáncer avanzado, como Ney Latorraca.
El actor Ney Latorraca, de 80 años, falleció el 26 de diciembre de 2024 víctima de sepsis pulmonar mientras estaba hospitalizado para tratar un cáncer de próstata avanzado. Diagnosticado inicialmente en 2019, Ney se sometió a una prostatectomía (extirpación de la próstata), pero la enfermedad regresó en agosto de 2024 con metástasis, empeorando su estado de salud.
En Brasil, el cáncer de próstata es el tipo de cáncer más común entre los hombres, representando el 29% de los diagnósticos de la enfermedad en el país. Se estiman más de 70.000 casos nuevos anualmente, y alrededor del 20% se diagnostica en etapas avanzadas, cuando el tratamiento es más desafiante y las posibilidades de cura se reducen. Según el urooncólogo André Berger, la tasa de recurrencia del cáncer de próstata, incluso después de un tratamiento temprano, varía entre el 20% y el 30% en 10 años, según el estadio de la enfermedad, el grado de agresividad y la respuesta al tratamiento inicial.
Los pacientes con cáncer avanzado enfrentan una mayor vulnerabilidad a infecciones graves debido a un sistema inmunológico comprometido, ya sea por la propia enfermedad o por tratamientos agresivos, como la quimioterapia y la terapia hormonal (terapia de privación de andrógenos). “Estos tratamientos, aunque necesarios, pueden debilitar el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad de los pacientes a infecciones que, en algunos casos, pueden derivar en sepsis”, explica el Dr. André Berger. La sepsis, caracterizada por una respuesta inflamatoria sistémica, a menudo surge de infecciones urinarias, especialmente en pacientes con obstrucción urinaria causada por la progresión del cáncer.

Los estudios indican que entre el 15% y el 30% de los pacientes inmunocomprometidos hospitalizados desarrollan sepsis, lo que destaca la importancia de un seguimiento estricto. Berger destaca que el manejo adecuado de la enfermedad metastásica incluye seguimiento constante, ajustes en los tratamientos y medidas preventivas, como un control estricto de las infecciones del tracto urinario. “La vigilancia constante ayuda a ajustar los tratamientos para minimizar el riesgo de complicaciones graves, como la sepsis, además de permitir elegir estrategias terapéuticas más eficientes para controlar la enfermedad”, añade el especialista.
Por otro lado, el diagnóstico precoz del cáncer de próstata puede cambiar completamente el pronóstico, reduciendo significativamente los riesgos asociados a una enfermedad avanzada. “Cuando la enfermedad se detecta en sus primeras etapas, las opciones de tratamiento son menos agresivas y más efectivas, preservando la calidad de vida del paciente”, afirma Berger. Las consultas periódicas con un urólogo y las pruebas de detección, como el PSA y el tacto rectal, son esenciales para identificar cambios tempranos y evitar que el cáncer se propague a otras partes del cuerpo.
La Sociedad Brasileña de Urología (SBU) recomienda que el cribado del cáncer de próstata sea individualizado, comenzando a los 50 años para los hombres en general y a los 45 años para aquellos con factores de riesgo. Según Berger, “cuando se detecta tempranamente, el cáncer de próstata localizado tiene más del 90% de posibilidades de curación, lo que refuerza la importancia de la prevención y el seguimiento médico periódico”.