Peregrinación: enfrentar los desafíos de extensos senderos, en un encuentro con la naturaleza, con uno mismo y con la espiritualidad, es lo que muchos aventureros buscan al recorrer los Caminhos da Fé, en Brasil, y los conocidos Caminhos de Santiago, hacia la ciudad española de Santiago de Compostela. Son reflexiones sobre la vida y relatos de estos viajes que dan vida al cuarto libro del alagoano David Maykell. En “Mientras soy pez no río – Reflexiones intercaladas por los Caminos de la Fe y Santiago de Compostela”, el autor comparte con el lector pensamientos, reflexiones, inquietudes, decisiones y cambios. Al observar las redes sociales, David se dio cuenta del potencial de compartir historias y sueños, dejando de lado las barreras y revelando más sobre sí mismo a cualquiera que quisiera conectarse y compartir sobre la vida.
La decisión de recorrer los Caminos estuvo acompañada de reflexiones sobre la existencia. Después del divorcio y la venta de su apartamento, todas sus pertenencias empezaron a caber en una pequeña mochila. Entonces, sin planificación y con un estilo de vida sedentario, se dirigió hacia el Santuario Nacional de Nuestra Señora Aparecida. Al regresar, se encontró solo en un hotel de Maceió y, estando de permiso en el trabajo, compró ese mismo día un billete para Portugal y emprendió un nuevo viaje. David recorrió más de 1.500 kilómetros en busca del autoconocimiento, hilvanando palabras de sus vivencias, reflexiones y vivencias cotidianas.
La vida nos presenta a cada uno de nosotros momentos de alegría y dolor, experiencias memorables y sentimientos únicos. En “Mientras sea pez no río”, el autor transforma el libro en un espacio de reflexiones variadas, ilustradas con fotografías de la vida cotidiana, autorretratos, de los lugares en los que ha estado y de la naturaleza. . Es un registro de la construcción de un nuevo David, que ofrece al lector reflexiones sobre la experiencia humana.
Nacido en Arapiraca, Alagoas, David Maykell reside actualmente en Maceió. Servidor público federal, es Analista Ambiental del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama). Licenciado en Ciencias Biológicas y posgrado en Recuperación de Áreas Degradadas, descubrió en la palabra una manera de expresar sus reflexiones sobre la vida y, en las redes sociales, un canal para mostrarse genuinamente, sin máscaras ni reservas. En busca de libertad y autoconocimiento, recorrió los Caminhos da Fé y Santiago, condensando sus vivencias en el libro “Mientras sea pez, no río”. Además de este trabajo, también publicó los libros “Planeta Intocável”, “Para Semper Filho” y “Suicida em Série”.
Su libro, “Mientras sea pez, no río”, explora sus reflexiones durante las peregrinaciones por los Caminhos da Fé y Santiago de Compostela. ¿Cómo estas experiencias han dado forma a tus reflexiones y cambiado tu perspectiva de la vida?
Afrontar una larga caminata quizás requiera un poco más de coraje. Para mí, en las condiciones personales adversas en las que me encontré, digo que requiere cierta dosis de desesperación. Fueron alrededor de setenta días de caminata, lo que me permitió tener mucho tiempo sola y sin las distracciones que existen en casa y en las ciudades. En esas circunstancias era la naturaleza, el universo bucólico de granjas y pequeños pueblos y un YO enorme con el que lidiar. De esta manera, las experiencias, desde las más simples hasta las más profundas, chocaron con mis conceptos preexistentes y, así, mucho de lo que pensé y parte de lo que escribí moldearon intensamente mis reflexiones y cambiaron mi vida.
Al mencionar el proceso de compartir reflexiones en línea, ¿cómo notó la evolución de estas ideas a medida que fueron debatidas e interactuadas por el público en las redes sociales?
Al compartir experiencias cotidianas, buenas o malas, noté un movimiento positivo hacia la perseverancia en el camino y, de manera más pronunciada, hacia el desapego de mi escritura. Sí, al compartir los hechos y mis verdades de la manera más fehaciente en las redes sociales, hubo una respuesta pública o privada, que expresó una identificación inesperada con casos y reacciones similares que los seguidores lejanos relatan y admiten haber vivido. Naturalmente, amplié mi mirada a los detalles físicos de caminos, pensamientos y conversaciones esporádicas con personas con las que tenía algún tipo de interacción, considerándolo desde la perspectiva de acudir a las redes sociales, pues aún no había intención de publicar un libro.
La decisión de emprender peregrinaciones llegó tras un período de cambios importantes en su vida, como la separación y la venta de bienes. ¿Cómo ha impactado este cambio de estilo de vida en su viaje y reflexiones personales?
Después de veinte años de trabajo y veintitrés años de relación, miré hacia atrás y no me gustó lo que quedó atrás. Se produjo una separación amistosa. Ya estaba de baja por enfermedad en el trabajo y decidí mirar hacia atrás. Dicen que es -y debo advertirles que lo fue para mí- uno de los dolores más grandes que he conocido. Como todo, el comienzo es más difícil y con cada paso mis reflexiones se volvieron más confusas. Llegué a la posada y tuve que aguantar el impulso hasta que las ideas fueran menos incomprensibles. A medida que pasaba el tiempo y los kilómetros, la confusión disminuyó y las ideas se asentaron con mucha facilidad, incluso en el banco del parque o sentadas en la acera. Luego, por un tiempo, todo se sintió más ligero.
Usted menciona que el libro es un registro de la creación de un “nuevo David”. ¿Cómo contribuyeron estas peregrinaciones a tu camino personal y qué es lo que más te marcó en esta búsqueda de ti mismo?
Hace un año que caminar era mi vida y, en ese momento, ya había cambiado mucho mi ser. Era imposible no valorar cada pequeña cosa, apreciar la naturaleza desde una perspectiva diferente y, sobre todo, confiar en el ser humano. Salí de Alagoas sin creer en la verdadera bondad y la genuina generosidad hasta que comencé a recorrer el Camino de la Fe y me encontré con ellas en gran escala y con mucha frecuencia, lo que me dejó una profunda impresión. En el Camino de Santiago no noté la buena acogida, pero experimenté el colmo de la soledad, ya que no mantenía conversaciones ni con los camareros ni con los recepcionistas de las posadas. Regresé falto de gente y mucho más abierto hasta que el dinamismo de la vida volvió a sacudirse y ya no era yo quien acababa de llegar del viaje.
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Al compartir reflexiones variadas ilustradas con fotografías de escenas cotidianas y de la naturaleza, ¿cómo equilibraste la expresión de estos pensamientos con la representación visual del libro?
Comencé a correlacionar imágenes/fotografías con textos del más alto rango de profundidades y verdades que pude alcanzar antes de los caminos. Allí, en los caminos, seguí mi forma de hacer las cosas. Todo de una forma totalmente intuitiva. Veo una telaraña y le hago una foto porque me parece interesante y no para que se convierta en texto. Cuando menos lo espero, un texto está listo en unos minutos y la imagen puede encajar o no en el contexto narrado. No es una preocupación mía.
¿Las experiencias que tuviste en las peregrinaciones influyeron directamente en tu forma de ver la vida y las relaciones personales? ¿Si es así, de qué manera?
Un hombre detiene un coche y te pide que ores por él; un farmacéutico y una masajista se ofrecen a tratarte sin cobrar nada a cambio. Es imposible pasar por experiencias y no dejarse influenciar profundamente por ellas. Desafortunadamente, estos recuerdos son más vívidos en los pensamientos que en las actitudes mismas. Puedo decir que obtuve otra perspectiva del sufrimiento humano, sin embargo era una forma de ver el mundo más restringida al universo de la peregrinación.
El libro destaca la búsqueda de la comprensión de la experiencia humana. ¿Cuáles son los principales temas o conceptos que espera que los lectores absorban al leer “Mientras sea un pez, no río”?
Es interesante cómo la búsqueda de la comprensión de la experiencia humana sigue, en mi opinión, las pautas de las más variadas religiones y/o el involucramiento con la espiritualidad, que, a su vez, avanza hacia la exaltación de la perfección y la santidad. Yo, a lo largo del camino y en el libro, llegué a la comprensión opuesta, la de la humanización en el mejor sentido de la palabra. No es posible abordar temas como los conflictos ambientales desde una perspectiva religiosa o desde la perspectiva de quienes sostienen que no se deben tocar los recursos naturales, sino quererlos en tu hogar. Otro tema delicado es la exposición y la hipocresía en las redes sociales, donde siempre que podía tomaba posición y daba ejemplos de mi vida personal y de mis relaciones, contando también hechos malos.
Mencionaste que la vida presenta momentos de alegría, sufrimiento y experiencias únicas. ¿Cuál fue el principal aprendizaje que resaltas de estas experiencias registradas en el libro?
En un viaje de ochocientos kilómetros sentirás todo lo que es posible para ti. Yo mismo comencé al hacer la mochila y no era miedo, era miedo a tener un accidente, a que me robaran, a enfrentarme a picaduras venenosas, al dolor, a las heridas, a los callos, etc. Luego superas el primer tramo y, cuando llegas, te inunda el bienestar, te duchas con un placer indescriptible y sigues con tu vida de cena como si no acabaras de caminar cuarenta kilómetros. Y lo que queda del aprendizaje es el viejo cliché de dar el primer paso, para hacer posible lo que muchos piensan que es imposible. Por muchos kilómetros que sean, el siguiente paso siempre ha sido mi destino.
¿Cómo espera que la experiencia descrita en el libro inspire o impacte a los lectores que buscan una comprensión más profunda de su propio viaje personal y espiritual?
Que se reconozca al ser humano real, con exigencias físicas, interpersonales y espirituales. Conscientes de que hay que mejorar, en la medida de lo posible, en todos los ámbitos todo el tiempo, pero que la oscilación también forma parte del proceso.
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