En la novela “¡Murió el presidente!”, Felipe de Caux cuenta la historia de Alberto, la mano derecha del jefe de Estado, que se despierta con una noticia impactante: el presidente ha muerto. Ante esta situación, en un país dominado por un régimen dictatorial, Alberto debe actuar con rapidez para evitar el caos entre una población que ya está insatisfecha, pero que se mantiene bajo control desde hace años. Con la ayuda de Jeremiah, intenta ocultar la información y el cuerpo del presidente, que desaparece misteriosamente en la ciudad ficticia.
La trama se desarrolla en medio de una sátira llena de suspenso, humor y realismo fantástico, donde diferentes personajes simbolizan los ideales, conflictos e hipocresías de la sociedad contemporánea. Desde defensores desinformados de la dictadura hasta políticos mezquinos y jóvenes en busca de dinero fácil, la obra refleja la complejidad de los dilemas humanos. Felipe de Caux ofrece una crítica mordaz y sarcástica sobre temas como los derechos humanos, la corrupción, la desigualdad de género y la desinformación, presentes en todos los ámbitos sociales.
Con una escritura ligera y un diálogo atractivo, “¡El presidente está muerto!” También cuenta con ilustraciones del propio autor, que resaltan momentos clave de la trama. La narrativa revela cómo los protagonistas necesitan adaptarse rápidamente, formar alianzas y encontrar formas de competir por el poder, presentando una visión crítica y neutral de la alienación política y las divisiones sociales.
¿Cómo influyeron los acontecimientos y la atmósfera política contemporánea en la creación de “El presidente murió”? ¿Cuáles fueron las principales inspiraciones y referencias que utilizó para construir este escenario dictatorial ficticio?
Los acontecimientos de los últimos años no fueron los que me inspiraron a crear el libro, ya que se completó, por primera vez, en 2017. Sin embargo, después de esta fecha, se hicieron revisiones y se modificaron narrativas importantes. Pero todavía no creo que los acontecimientos de los últimos años hayan afectado significativamente el trabajo. Me basé mucho más en los acontecimientos ocurridos en los años cincuenta y sesenta, con la guerra fría y sus repercusiones, principalmente porque creía que muchos de esos acontecimientos eran tragicómicos y, en muchas ocasiones, incluso surrealistas. Sin embargo, lo más increíble fue que, a pesar de ello, el libro dialoga con acontecimientos, y muchos de estos acontecimientos se han repetido en los últimos años.
Para construir el escenario utilicé mucho de la historia de América Latina, atormentada por varias dictaduras, y escenas de Cuba e incluso Alemania. Además, varios otros detalles propios de cualquier sistema, como el juego de poder, la corrupción, la influencia de los medios de comunicación, etc.
Alberto y Jeremías juegan un papel crucial en la trama. ¿Puedes hablar sobre cómo desarrollaste estos personajes y sus motivaciones? ¿Cómo reflejan los conflictos internos y externos presentes en la sociedad actual?
Los dos personajes comienzan la historia y son importantes a la hora de impulsar los acontecimientos. Aunque tienen el mismo objetivo, son personajes muy antagónicos. Alberto es el cerebro detrás del presidente. Es quien decide las acciones a realizar y, desde el principio, participa activamente. Pero, sobre todo, lo que le impulsa es su interés por el poder. Jeremías quedó atrapado en medio de los acontecimientos. Nunca estuvo autorizado a tomar decisiones, siguió su camino por falta total de opciones, pero también por amistad o lealtad. Creo que ambas caracterizan bien a todos aquellos que directa o indirectamente participan en política.
“The President Died” se describe como una mezcla de suspenso, humor y realismo fantástico. ¿Cómo equilibraste estos elementos para crear una narrativa coherente? ¿Cuál fue el mayor desafío al incorporar estos géneros en una sola obra?
No creo que un elemento excluya al otro. No pensé mucho en el estilo cuando comencé el libro. Tuve una idea, pero mientras escribía la historia, tomó su propia forma. Tanto es así que tuve que cambiar el final que tenía inicialmente en mente, pues ya no coincidía con el rumbo que tomaba la historia. El humor es una parte importante de mi vida y tiene sentido ser parte de lo que escribo. El suspenso surgió a medida que avanzaba la historia. El realismo fantástico es mi estilo de lectura favorito, por lo que el libro acabó teniendo algunos aspectos fantásticos, pero aún así muy real. Al menos dentro de tu “realidad”.
Lo que ayudó a equilibrar los elementos fue que los personajes son muy diferentes. Ellos le dan personalidad al libro, y a través de sus diferencias, y a través de ellas, logré mezclar humor, suspenso y violencia.
Las ilustraciones que incluiste juegan un papel importante en la presentación de la trama. ¿Cómo surgió la idea de integrar dibujos en el texto? ¿Puedes contarnos más sobre el proceso de creación de estas ilustraciones y su impacto en la narrativa?
Fue casi una coincidencia. Al momento de editar estaba experimentando en el mundo del dibujo y me pareció un buen desafío ilustrarlo. Busqué algunas escenas que me llamaron la atención y que me parecieron lo suficientemente importantes como para compartir mi visión con los lectores. Creo que los dibujos ayudan al lector a darle forma a la historia, pero sin quitarle espacio a su propia creatividad.
La obra aborda temas como la alienación política, la corrupción y las desigualdades sociales. ¿Cómo espera que los lectores perciban y reflexionen sobre estas preguntas mientras leen su libro? ¿Qué mensajes o preguntas pretendes plantear en el público?
Me resulta difícil escribir esperando una reacción del lector. Las personas son libres de utilizar el libro como quieran, ya que la lectura tiene varias funciones, incluida la de entretenimiento. Nunca esperé que el libro cambiara las opiniones o la forma en que los lectores ven el mundo. Pongo en él impresiones personales de cómo veo el mundo hoy, pero sin expectativas. Sin embargo, en cierto modo, cuando recibo comentarios de que el libro me ayudó a reflexionar, significa que lo que escribí fue importante para alguien.
El libro trata sobre las contradicciones inherentes de los humanos. ¿Puedes darnos un ejemplo de cómo se exploran estas contradicciones a través de los personajes o eventos de la trama? ¿Qué importancia tienen estas contradicciones en la construcción de la narrativa?
Las contradicciones son importantes y son parte de lo que somos. Al colocarlos en el libro, los personajes se vuelven más reales, lo que facilita que los lectores se identifiquen con los personajes. Una de las mayores contradicciones, y sucede con frecuencia, es seguir una causa en la que no crees, tal como lo hace Jeremías en gran parte del libro. Otra contradicción común, que se puede ver en varias partes del libro, tiene que ver con los prejuicios, que pueden darse entre personas o incluso entre sistemas.
En una sátira con realismo fantástico, ¿qué importancia tenía este género para criticar y al mismo tiempo involucrar al lector en la historia? ¿Cómo ve el papel del realismo fantástico en la literatura contemporánea?
Permite traspasar las barreras del realismo, sin hacer que la historia sea increíble. Creo que si bien el realismo fantástico o realismo mágico no es un género exclusivo de los escritores latinoamericanos, encaja bien con nuestra realidad. Quizás porque nuestra vida y nuestra cultura están llenas de acontecimientos casi fantásticos, pero que aún contemplamos con la seriedad del realismo. La vida en América Latina puede ser, en ocasiones, mágica y llena de acontecimientos que rompen la barrera de la realidad. Además, este género nos ofrece escritores brillantes con una imaginación aún más extraordinaria.
La ciudad ficticia donde se desarrolla la trama es fundamental para el desarrollo de los acontecimientos. ¿Cómo creaste este ambiente? ¿Hubo inspiración de lugares reales o literarios para crear este escenario?
Todo lo que he vivido influye en lo que escribí y he vivido en diferentes ciudades y países. Esto me ayudó a armar una ciudad con pedazos de todos estos lugares, pero también con ningún lugar específico. Tomé partes de barrios más antiguos de Belo Horizonte, ciudades pequeñas de Minas Gerais, pero creo que tomé muchos elementos de Santiago de Cuba, donde viví durante seis años durante la universidad.
Los divertidos diálogos son una característica notable del libro. ¿Cómo trabajaste el humor dentro de una trama que aborda temas tan serios y pesados? ¿Qué importancia tiene el humor para la narrativa y para la reflexión crítica de los lectores?
Al dividir el libro por personajes busqué características de sus personalidades que me permitieran modificar la forma de contar la historia, porque al trabajar las diferentes características pude ejercitar diferentes formas de humor. En los capítulos de Jeremías y Carmen, por ejemplo, pude escribir un humor más obvio y claro. Otros capítulos no me permitieron el humor, sino formas más sarcásticas y discretas.
El humor juega un papel importante ya que hace más llevaderas las partes pesadas. En una reseña escuché algo de un lector que me pareció interesante y respondió bien a esta pregunta. Dijo que “puedo escribir temas difíciles de forma ligera”. Siempre insisto en que escribo con humor, no con libros de comedia.
Mencionas que la obra aborda cuestiones sociales de manera crítica, pero mantiene un campo ideológicamente neutral. ¿Cómo logró esta neutralidad al abordar temas tan polarizadores? ¿Qué importancia tiene mantener esta neutralidad en la narrativa?
Al escribirlo pensé que sería importante, en ese momento de gran división, mantener la neutralidad. Pensé que era razonable hacer algo más apetecible. No sentí que tuviera el papel de fomentar una mayor polarización, que era excesiva e insoportable. Creo que usé el libro para escapar un poco de ella. Si bien ninguna obra puede ser completamente neutral, creo que, en cierto modo, logré acercarme a la neutralidad, al menos hasta ahora siento que el libro agradó a personas de ambos extremos. Esto posiblemente se deba a que está escrito a partir de diferentes caracteres, lo que permitió crear diferentes vistas.
Por mucho que en “Murió el presidente” intenté mantener la neutralidad, no creo que sea imprescindible mantener la imparcialidad. Tenemos nuestras visiones, elecciones, opciones, opiniones, etc., y debemos compartirlas con los lectores, ya que el libro también es parte del escritor.
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