En “50 Sombras de la Vida”, el escritor y profesor José Paulo Alves Fusco guía al lector a través de relatos breves, sensibles y reflexivos que exploran recuerdos, amores, errores y nuevos comienzos en el asfalto salvaje de la vida cotidiana. Inspirado por maestros como Nelson Rodrigues, Rubem Alves y Jorge Amado, Fusco transforma lo cotidiano en literatura, alternando humor y melancolía en historias que resuenan como un diario existencial.

Describes «50 Sombras de la Vida» como un río que fluye hacia el océano: una hermosa metáfora abierta. ¿Cómo fue ese flujo creativo para ti? ¿En qué momento te diste cuenta de que estas historias formaban un todo coherente, a pesar de ser relatos independientes?

Mi principal objetivo durante todo el proceso de escritura del libro fue intentar abordar historias de la vida cotidiana, la vida bohemia y las historias de detectives en la gran ciudad, que representaban el hilo conductor, una especie de rama común del río que acogería las diversas narrativas. A pesar de estar impulsadas y dirigidas por este flujo común, son historias independientes, cada una con un inicio, un desarrollo y un desenlace, lo que permite leer el libro según el gusto personal de cada lector, pero sin perder la esencia del libro. Los sentimientos pueden ser de alegría, el deseo de conocer el final de las historias, la curiosidad o una forma de pasar el rato. La mayoría de las historias transcurrían en clubes nocturnos, discotecas, comisarías o incluso en casas y apartamentos familiares, donde los personajes nos llevaban en sus aventuras.

La obra oscila entre el humor y la melancolía, reflejando la dualidad presente en tantas experiencias humanas. ¿Cómo lidia usted personalmente con esta alternancia de sentimientos y cómo influye en su escritura?

Poniendo mis emociones en palabras, presento en esta obra una colección de aventuras vividas en el contexto del asfalto salvaje, donde vagan nuestros amores y pasiones. Así vamos, caminando, a tientas, medio ciegos, abriendo caminos en la selva, aquí y allá, cayendo muchas veces y levantándonos muchas más, usando lo que nos queda de sentidos en sus diversos matices, balanceándonos en los deseos mundanos que nos alcanzan.

Por ese camino, lo que antes era una vista panorámica del universo se reduce al siguiente rincón mal iluminado, a las calles que desaparecen en la oscuridad de las noches de insomnio, a las paredes opresivas de una habitación en completa soledad. Lo que antes era levedad de repente se vuelve pesado, incómodo, un marco gris y dentado. Duele y hiere como cristales rotos en las manos de un niño.

Para transmitir estos pensamientos (y sentimientos), siempre intento imaginarme como parte de la trama. La narración en primera persona es un recurso que a menudo nos permite apreciar primero los acontecimientos vividos en la historia, comparando nuestros propios sentimientos con los que se representan, corrigiendo y dirigiendo el flujo de las emociones. ¿Podría haber sido diferente ese resultado? ¿No se está sobrevalorando la evolución de un conflicto determinado? ¿Qué podrían estar pensando los demás participantes? ¿Tiene sentido la historia que se cuenta, considerando la realidad del contexto social en el que todo sucede?

Transformas la vida cotidiana en material literario, lo que requiere una mirada aguda a las sutilezas de la vida. ¿De dónde viene esta sensibilidad para ver poesía donde muchos solo ven rutina?

“50 SOMBRAS DE LA VIDA” es una colección de relatos, algunos inspirados en Rodrigues y otros diversos, recopilados de los rincones que todos recorremos en nuestra interminable peregrinación. Son relatos verdaderamente vibrantes que buscan retratar las emociones de los pequeños sucesos cotidianos, que pasamos por alto sin darnos cuenta. Son episodios tan cotidianos que, a primera vista, son difíciles de traducir en palabras. Para ello, necesitamos inspirarnos en nuestros recuerdos emocionales y enriquecerlos con el entorno y las conexiones que experimentamos en cada uno de ellos.

A lo largo del libro, hay una fuerte presencia de recuerdos, especialmente de relaciones familiares. ¿Cómo te han moldeado estos recuerdos como escritor? ¿Hay alguna historia que haya surgido de algún episodio particularmente impactante de tu historia?

Recuerdo bien la época en que viví en São Paulo, debido a mis obligaciones profesionales. Siempre salía de casa preparado para las cuatro estaciones, con paraguas, abrigo y zapatos impermeables, porque en un mismo día podía hacer frío por la mañana, calor por la tarde y lluvia por la noche. Sin embargo, después de un tiempo, me di cuenta de que quienes conocían el «camino a las galerías» del centro tenían más posibilidades de escapar de la lluvia sin mojarse demasiado. Era un secreto que solo los «iniciados» conocían.

De la misma manera, comencé a darme cuenta de que en un solo día podíamos vivir todo tipo de situaciones, desde la alegría por un trabajo bien hecho, un logro, hasta sentimientos de ira y soledad. Empezaba por la mañana y solo terminaba «cuando se acababa» (como decía Chacrinha). Aprendí muchísimas lecciones de estas experiencias cotidianas y de las emociones que comencé a sentir y experimentar de otra manera. Las muchas personas que conocí, que interpretaron los diferentes roles que forman parte de esta colección, también me enseñaron a percibir muchas otras facetas de la vida.

José Paulo Alves Fusco
José Paulo Alves Fusco

Citas a Nelson Rodrigues, Rubem Alves y Jorge Amado como influencias. ¿Cómo te ayudaron estos autores a encontrar tu propia voz en la literatura?

Cuando abrimos los ojos del alma, empezamos a ver a muchos otros seres que, como nosotros, intentan recuperar las fórmulas olvidadas en las manchas de tinta en que se han convertido nuestros recuerdos. ¿Cómo podemos traducir esos recuerdos en reflexiones que podamos comprender? En primer lugar, en esta vida todos buscamos regresar a una patria que desconocemos, no recordamos exactamente dónde está, pero no debe estar lejos. Paradójicamente, está dentro de nosotros, pero no sabemos cómo llegar. Para ello, la racionalidad cartesiana de la bestia humana nos desafía cada día, pero claramente no es suficiente. Las puertas que se nos presentan aquí no tienen señales, no dicen adónde pueden llevarnos, ni siguen una lógica determinada que nos libere de la jaula en la que nos encontramos. Así, el primer reto es usar un lenguaje que tenga sentido para mí, para poder interpretar la vida que me rodea, estableciendo una relación de causa y efecto entre todo lo que va y viene en mi historia. Solo después de comprender esto me siento lo suficientemente fuerte como para contar lo que he vivido y experimentado para que otros también puedan comprenderlo. En resumen, primero intento contarme las historias a mí mismo, y si logro comprenderlas, se las cuento a los demás.

» 50 Sombras de la Vida» parece invitar al lector a revisitar sus propias emociones y experiencias. ¿Qué tipo de transformación espera provocar en quienes lean su libro?

Los colores de nuestras emociones en este mundo, aunque más claros, se vuelven cada vez más difíciles de alcanzar debido a la creciente complejidad de la vida. Intentamos y fracasamos, intentamos y fracasamos, y luego intentamos y fracasamos de nuevo, como si fuéramos aguiluchos aprendiendo a volar. La vida es así, sin muchas ilusiones. «La vida tal como es», como la define Nelson Rodrigues. El mundo es una escuela de la que solo podemos salir tras un cierto «periodo de estudio». Un famoso escritor, ya en su vejez, cuando se le preguntó si la edad le había traído sabiduría, dijo: «Realmente no sé mucho, pero ya sospecho muchas cosas». Por lo tanto, espero que mis historias hagan que mucha gente empiece a sospechar que una vida sin reflexión no vale gran cosa.

A pesar de abordar temas profundos, eligió un lenguaje accesible que invita sin simplificar. ¿Fue esta elección intuitiva o una decisión estilística consciente?

Creo que cada uno de nosotros nace con un perfil más centrado en una forma específica de ver y comprender lo que nos rodea. Hay personas más racionales y sistémicas que intentan encajar el mundo en ciertos formatos con límites más definidos, arquetipos, mientras que otras ven el mundo desde una perspectiva menos sistémica, con más sentimientos que razón. Sin embargo, el mundo material en el que vivimos es más bien un continuo entre estos dos extremos. De esta manera, cada individuo ve la vida desde una perspectiva múltiple, en muchas dimensiones. Mi «elección» fue más intuitiva que consciente, porque creo que quienes lean mi obra podrán comprender mejor las ideas que busco comunicar.

La vida solo comienza a existir verdaderamente cuando nos movemos, cuando nuestras emociones surgen y nos bombardean, buscando su lugar en nuestro interior. Cuando buscamos algo y empezamos a amar a alguien, nos apasionamos por lo que hacemos, por nuestros hermanos y hermanas que nos acompañan, por la naturaleza y el mundo en que vivimos, nuestras «aventuras» cobran sentido cuando encajan en una o más de estas visiones. Entonces, vale la pena expresarlas, contarle al mundo lo que hemos vivido, pensado y sentido.

Para ti, la literatura es una forma de canalizar tus emociones. ¿Qué ha cambiado en ti desde que escribiste este libro, como hombre, como profesor y como escritor?

Cada uno de nosotros, tarde o temprano, termina descubriendo una forma de comunicar mejor nuestros sentimientos, los ríos de emociones que recorren nuestras almas. Algunos consideran la pintura el arte con el que pueden expresarse de la manera más correcta, mientras que otros buscan en la música, cantando o tocando un instrumento, la mejor manera de comunicarse, de traducir en sonidos y melodías todo lo que gravita en su ser. Mi río de sentimientos me condujo, tras mucha lectura y reflexión, al océano de la escritura, y allí busco encontrar el sentido de la vida que me acogió.

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