Si dormir fuera una pérdida de tiempo, el cerebro ya habría inventado una forma de sobrevivir sin él. Pero la neurociencia demuestra lo contrario: cada hora robada al sueño tiene un alto costo para el cerebro al día siguiente, con tasas de interés que afectan la productividad, la claridad mental e incluso la toma de decisiones.
Despertarse cansado, con la mente pesada y la sensación de empezar el día en desventaja se ha convertido en una rutina para millones de brasileños. La falta de sueño, aún considerada un «lujo» o «tiempo perdido», es ahora una epidemia silenciosa que amenaza la salud de las personas y los resultados de las empresas.
El Brasil que se despierta al amanecer
Las jornadas laborales que comienzan a las 4 a. m. y terminan después de las 8 p. m. convierten el descanso en una deuda impagable. Entre los largos desplazamientos, el tráfico y el trabajo, el cuerpo funciona en piloto automático mientras la productividad se desploma. En este escenario, empresas enteras se ven afectadas por equipos cansados, desatentos y emocionalmente inestables.
Camilla Mamede, especialista en Neurociencia y Comportamiento, advierte:
“Dormir no es solo una necesidad fisiológica. Es la base para la toma de decisiones estratégicas. Una mente cansada pierde la capacidad de evaluar riesgos, ver oportunidades y crear soluciones”.
El mito de la productividad sin dormir
La frase “Dormiré cuando muera” aún resuena en el mundo empresarial. El problema es que este atajo puede acelerar el proceso. La neurociencia demuestra que la falta de sueño no es señal de disciplina, sino de riesgo. Los errores estratégicos, las lagunas mentales y las decisiones precipitadas son efectos directos del insomnio moderno.
“Existe la ilusión de que dormir menos significa ser más productivo. En la práctica, ocurre lo contrario. Un cerebro exhausto opera en un estado similar al de la borrachera: lento, impulsivo y sin claridad. La privación del sueño, ya sea total o parcial (crónica), degrada constantemente el rendimiento cognitivo y la productividad”, explica Camilla.
Pantallas, café y energía falsa
Los teléfonos móviles se han convertido en la almohada del siglo XXI. El desplazamiento constante por las noticias retrasa la producción de melatonina, la hormona que induce el sueño, lo que retrasa el descanso y compromete el rendimiento al día siguiente. Para compensar, muchos recurren a la cafeína. Pero creer que el café reemplaza el sueño es como usar perfume sin lavarse: lo disimula, pero no lo soluciona.
Consecuencias para las empresas
En el entorno empresarial, las consecuencias de la falta de sueño son claras.
• Menor concentración: lectura repetida y mala absorción de información.
• Mayor riesgo: decisiones financieras y estratégicas más propensas a errores.
• Energía inestable: lapsos de atención que pueden ser costosos en reuniones, negociaciones u operaciones críticas.
La inversión invisible que genera retornos
La falta de sueño no es solo un problema individual, sino un desafío para la gestión empresarial. Los líderes y las organizaciones deben comprender que fomentar hábitos de descanso saludables también es una inversión en el rendimiento.
Prácticas sencillas ya pueden transformar esta situación. Crea rutinas de sueño consistentes, desconéctate de las pantallas antes de dormir, modera el consumo de café por la tarde y fomenta rituales de relajación como la lectura ligera, la respiración y la higiene del sueño.
Para Camilla Mamede, el sueño debe considerarse un activo estratégico para empresas y profesionales.
«Cuando hablamos de alto rendimiento, también hablamos de descanso. Invertir en una cultura de sueño saludable es invertir en equipos más creativos, resilientes y preparados para los desafíos del mercado».