El cantante, compositor y multiinstrumentista Nathan Bakker lanza oficialmente su carrera en solitario con el lanzamiento de “Em Meus Sonhos, Pra Sempre” (En mis sueños, para siempre), disponible en todas las plataformas de música en streaming a partir del 28 de noviembre a través de Marã Música. Tras años al frente de la banda Coralinne, el artista se adentra en una fase más íntima y personal, marcada por la vulnerabilidad y la búsqueda de nuevas formas de expresión, traduciendo en sonido la permanencia emocional de amores que trascienden el tiempo y la presencia física.

La canción presenta una reflexión sensible sobre los lazos que perduran tras la separación, inspirada en una conexión inesperada que llevó al artista a revivir recuerdos y afectos profundos. Nathan describe la canción como un retrato del amor que «no se desvanece con el tiempo, solo se transforma», y construye esta narrativa en un viaje sonoro que evoluciona de la introspección a la catártica, culminando en un estribillo que él define como una explosión emocional: un reflejo de la intensidad que guía todo el proyecto.

Con voz, guitarra, bajo y batería, Nathan concibió la canción desde su estructura inicial hasta los detalles finales de estudio, en colaboración con el productor Niko Kamada, conocido por su trabajo con Di Ferrero y Nx Zero. El álbum debut en solitario también incluye un videoclip oficial, filmado en el desierto de Las Vegas, que se estrenará el 29 de noviembre a las 12:00, bajo la dirección del cineasta Baron Readus. El árido paisaje del Cañón Red Rock simboliza la inmensidad emocional que el artista busca transmitir: el silencio y el vacío como territorios donde el amor persiste, aunque solo sea en sueños.

Describes «In My Dreams, Forever» como un amor que no desaparece, solo cambia de forma. ¿Hay algún recuerdo o imagen en particular que atesores y que haya influido en la creación de esta canción?

Lo escribí justo después de despedirme de una persona muy especial. Fue una forma de afrontar lo que estaba sucediendo de frente y permitirme transformar esa despedida en algo más bello.

Al componer y tocar todos los instrumentos en la canción, viviste todo el proceso solo, de principio a fin. ¿En qué momento de la grabación te diste cuenta de que esta canción realmente merecía ser lanzada como solista?

Esta canción se escribió sin ninguna intención de convertirse en un proyecto de banda ni en un proyecto solista; simplemente se escribió porque necesitaba existir. Eventualmente pasó por una fase de proyecto de banda, tuvo varias versiones, pero al final me di cuenta de que era una historia tan personal que merecía ser trabajada de una manera única, en mi carrera solista. Tener la libertad de crearla sin las limitaciones del género de la banda ni los gustos de los demás miembros fue algo muy novedoso e inmensamente valioso. La colaboración es muy valiosa y nos lleva muy lejos, pero hay una gran satisfacción en poder ejecutar una idea de principio a fin, en solitario.

La canción trata sobre la aceptación, el cariño y la despedida. ¿Crees que algunas personas entran en nuestras vidas simplemente para transformarnos, aunque solo sea por un tiempo? ¿Cómo se refleja esto en tu música?

Sí, lo creo. Estas relaciones cortas pero intensas suelen dejar una huella más profunda en mí que las largas. Es como si estas personas llegaran para encender una nueva luz en mi interior, para mostrarme una faceta que desconocía. En mi música, esto se manifiesta de forma casi inevitable. Hay algo muy bello en reconocer que algunos encuentros se componen de aceptación y despedida a la vez. Y, en definitiva, transformar el dolor y el cariño en letras es la manera que he encontrado de seguir llevando a estas personas conmigo, incluso después de que se hayan ido.

Nathan Bakker
Nathan Bakker

El videoclip se filmó en el desierto de Las Vegas, un lugar donde «la belleza y el vacío coexisten». Si pudieras dejar una sola frase resonando en ese espacio, como si el desierto pudiera contener tus palabras, ¿qué dirías?

«No hay prisa, aún es temprano»

Después de tantos años con Coralinne, ¿cuál fue tu mayor descubrimiento —artístico o emocional— cuando firmaste con tu propio nombre por primera vez?

Definitivamente siento que he perdido la protección que te brinda el nombre de una banda. Si critican a la banda, es mucho más fácil canalizar esas críticas profesionalmente que si critican tu trabajo en solitario, por ejemplo. Así que diría que descubrí que es genial recibir elogios por tu trabajo individual, pero también debes estar preparado para no complacer a todo el mundo.

Dijiste que el último estribillo es una explosión emocional. ¿Hay algo que te gustaría gritarle al mundo, pero que ahora mismo solo puedes cantar?

Muchas de mis letras funcionan como cartas a personas y situaciones, así que en otras ocasiones habría sido maravilloso poder decir todas estas cosas cara a cara, como a veces fantaseamos, ¿sabes? Cuando ensayas frente al espejo lo que le dirías a alguien si tuvieras la oportunidad, pero claro, al final solo queda en la hipótesis.

Nathan Bakker
Nathan Bakker

Sus influencias van desde My Chemical Romance hasta Jão, pasando por The 1975 y Twenty One Pilots. ¿Qué más pueden enseñarle el emo y el pop melancólico sobre cómo transformar el dolor en arte?

Siento que mi personalidad emocional se habría desarrollado de maneras completamente distintas si no hubiera crecido inspirada por artistas como estos. La forma en que lo expresaban todo al mundo, sin reservas, mostrando su vulnerabilidad, cambió por completo mi perspectiva sobre hasta qué punto se puede abrir el corazón a través de la música.

Para quienes escuchan esta canción en momentos de añoranza, pérdida o asuntos pendientes: ¿qué tipo de consuelo esperan que esta canción represente para esa persona?

Quiero que esta canción sea un recordatorio de que el amor se transforma incluso con las despedidas y encuentra maneras de seguir vivo dentro de nosotros, así que ojalá sea un sentimiento reconfortante de «hasta luego» y no de «adiós».

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