El abogado y escritor Wadih Habib debuta en la literatura con el thriller «Seducción y muerte en el poder judicial », una obra que sumerge al lector en una trama marcada por el suspense psicológico, los dilemas éticos y una intrincada red de intrigas que recorre el sistema judicial brasileño. Ambientada en Salvador y el interior de Bahía, la novela presenta al protagonista, Severino, un magistrado que abandona su cargo para dedicarse a la abogacía, pero ve cómo su vida se desmorona al involucrarse con la enigmática y seductora Sofía, figura clave en un juego que mezcla fascinación, poder y muerte.

En la narración, Severino se enfrenta a situaciones extremas que trascienden el ámbito jurídico y abordan conflictos universales: ¿qué hacer cuando la ética se enfrenta al deseo? Entre la lealtad y la autopreservación, el protagonista se sumerge en una espiral de decisiones irreversibles, involucrándose en crímenes que afectan a jueces, magistrados e incluso a miembros de la Policía Federal. Para Habib, el libro plantea una pregunta que recorre toda la obra: «¿Qué harías cuando la única salida parece ser comprometer aquello que te mantiene en pie?».

Con un lenguaje cautivador y un ritmo cinematográfico, «Seducción y muerte en el poder judicial» combina crítica social y tensión narrativa en una investigación sobre los límites de la integridad humana. A medida que la trama se desarrolla en una emocionante persecución con arrestos y revelaciones impactantes, Habib transforma sus más de 30 años de experiencia en derecho en una novela que intriga, sorprende e invita al lector a reflexionar sobre cómo las decisiones —o las omisiones— pueden moldear o destruir destinos.

«Seducción y muerte en el poder judicial» va mucho más allá de un thriller legal: aborda dilemas morales universales. ¿En qué momento te diste cuenta de que esta historia también sería una reflexión sobre la humanidad y no solo sobre el sistema?      

Me di cuenta de esto en la escena del maletero, cuando Severino se enfrenta al cadáver y comprende que, antes que la ley, está el ser humano. Allí, lo que importa no es el sistema, sino la elección inmediata; y la vida es precisamente eso: decisiones que moldean el futuro sin previo aviso. La verdadera moral no nace en los procesos legales, sino en el instante en que nadie mira. El Poder Judicial se ha convertido en un escenario; el ser humano, en una encrucijada. Fue en este choque entre la vida cotidiana y el destino donde comprendí que el libro hablaba menos de justicia y más del precio de las decisiones.

Severino abandona su carrera judicial para perseguir un sueño, pero termina atrapado en una red de corrupción y deseo. ¿Crees que, en cierto modo, todo idealista corre el riesgo de perderse en su propia pasión por aquello en lo que cree?

Creo que sí. Los idealistas suelen ver el mundo con una pureza que no resiste la fricción de la realidad, y Severino es un ejemplo de ello. Abandona el poder judicial en busca de la libertad, pero se lleva consigo la llama que a la vez ilumina y ciega. Cuando la pasión por la propia causa se convierte en la única guía, cualquier desviación parece justificable. Ahí reside el riesgo.

El personaje de Sofía representa tanto la fascinación como la destrucción. ¿Es una villana, una víctima o simplemente un reflejo de las tentaciones que residen dentro de cada uno de nosotros?

Sofía es un enigma emocional, imposible de clasificar. Los traumas que arrastra explican sus acciones, pero no le otorgan justificación moral, y sabe transformar la fragilidad en un arma con una precisión casi instintiva. No la veo ni como villana ni como víctima; se mueve en el terreno donde el deseo se convierte en necesidad y la necesidad en poder.

En el libro, el poder judicial se presenta como un espacio de poder, pero también de fragilidad humana. ¿Cuál fue el mayor reto al equilibrar la perspectiva de un abogado y la de un escritor al construir este escenario?

El reto consistía en evitar que la técnica eclipsara la esencia de la historia. El abogado ve estructuras; el escritor, personas vulnerables dentro de ellas. Tuve que dejar el formalismo en segundo plano y situar la vulnerabilidad humana en el centro, sin perder verosimilitud. El Poder Judicial es poderoso, pero sus personajes son frágiles. Equilibrar estas dos perspectivas fue como caminar sobre la cuerda floja, tanto ética como emocionalmente.

Wadih Habib
Wadih Habib

Presentas una trama de intriga y crimen que parece casi cinematográfica. ¿Pretendes traducir la complejidad del mundo legal de una manera accesible y emotiva para el lector medio?

Sí, esa es la intención. El derecho puede ser árido, pero sus consecuencias son profundamente humanas, y ahí es donde entra la literatura. Transformar procesos, informes y estrategias en tensión, duda y elección hace que la experiencia sea comprensible para cualquier lector. Quería mostrar el peso emocional detrás de cada decisión legal. La forma cinematográfica ayuda a traducir la complejidad en sentimiento.

Las zonas rurales de Bahía y Salvador son más que simples escenarios: parecen personajes más en la narración. ¿Cómo interactúan estos lugares con las contradicciones y los dilemas morales que experimentan los protagonistas?

El interior del país representa las raíces profundas de Severino: memoria, resistencia, formación moral. Salvador es su opuesto: cálido, seductor, contradictorio, donde cada esquina encierra riesgo y promesa. Estos lugares reflejan a la perfección el conflicto interno de los personajes: entre lo que fueron y en lo que se convierten. La geografía es un reflejo de la ética. Toda Bahía vibra al compás de la trama.

En su libro, la seducción no solo es erótica, sino también simbólica: poder, estatus, supervivencia. En su opinión, ¿cuál es la forma más peligrosa de seducción que existe en la vida real?

La seducción más peligrosa es la que susurra al ego, no al cuerpo. Es la que ofrece validación, poder, importancia, precisamente cuando somos emocionalmente vulnerables. Esta seducción altera las decisiones, contamina los juicios y crea justificaciones que parecen nobles. En los libros y en la vida, nadie cae por deseo; cae por necesidad. El ego seduce mejor que cualquier belleza.

La historia plantea al lector la siguiente pregunta: ¿qué harías en una situación crítica? Y tú, Wadih, ¿crees que se nos juzga más por nuestras intenciones o por las decisiones que tomamos cuando nadie nos ve?

Creo que, al final, se nos juzga por las decisiones que tomamos cuando el mundo guarda silencio. Las intenciones reconfortan, pero son las decisiones ocultas las que revelan el carácter. Las situaciones extremas exponen quiénes somos en realidad, no quiénes decimos ser. Severino lo aprende por las malas. Y yo también lo creo: el verdadero juicio comienza donde no hay testigos.

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