La escritora Flavia Camargo lanza la autobiografía “Quatro Letras”, un homenaje a su hijo Igor, fallecido por complicaciones durante el embarazo. En la obra, dividida en diez capítulos con palabras de cuatro letras, Flavia comparte profundas reflexiones sobre la maternidad, el duelo y la espiritualidad, buscando consolar a otras familias que enfrentan la pérdida de seres queridos. Con un enfoque sensible, la autora explora el dolor de la separación y la fuerza de transformar el recuerdo de su hijo en inspiración para convertirse en una mejor persona.

¿Cuál fue el proceso de escribir una autobiografía tan íntima, que aborda momentos de tanto amor y dolor?

Fue un gesto de donación. Un deseo de entregar al mundo lo que me hubiera gustado recibir, porque en un momento de fragilidad me di cuenta de que realmente necesitamos saber que los demás se preocupan por nosotros. Salir a la calle y ver que todo sigue igual, a pesar de que nuestro mundo se haya desmoronado, es un sentimiento difícil, que nos hace sentir pequeños. Quería escribir un libro que le hablara al lector y le brindara consuelo. Era lo que podía dejar a las próximas personas que estarían en mi posición en el futuro, para que supieran que no son los únicos que han sentido lo que yo sentí. Y como no sé dónde están estas personas, mis palabras son mis representantes, dándoles el abrazo que quería darles.

¿Qué te inspiró a organizar la obra en capítulos con palabras de cuatro letras? ¿Tiene cada uno de ellos un significado especial para ti?

La inspiración llegó en un momento en que caminaba por su habitación, después de regresar del hospital. Estaba mirando los objetos que ya no usaría y, entre ellos, había una placa con su nombre. Me llamó la atención porque era una palabra corta, pero no necesitaba más de cuatro letras para abarcar un significado tan enorme para mí. Esto me llevó a otras palabras de cuatro letras que también significan mucho. Me acordé de varios de ellos y seleccioné los que considero más bellos para ser los títulos de los capítulos del libro, porque sabía que, dado todo el amor que quedó después de su paso por mí, ciertamente estaban relacionados con nuestra historia.

Tu experiencia con el síndrome de Hellp fue muy delicada. ¿Cómo fue tu proceso de encontrar la fuerza para convertir esta experiencia en un libro?

Para mí, hablar de los momentos más peligrosos de mi vida, cuando estuve a punto de morir, no es desagradable ni aterrador. Es un valioso recordatorio de la oportunidad que tuve de continuar aquí. No necesitaba fuerzas para escribir sobre el problema de salud que atravesé, ya que veo este evento como un recordatorio del regalo de tener la oportunidad de despertar cada día. Y el propósito de utilizar mi historia como ayuda fue un paso inevitable, ya que ya había estado siguiendo mi camino como escritor durante mucho tiempo antes de eso. Entonces, para una persona que ama escribir y tiene la costumbre de plasmar en el contenido de sus obras lo que aprende de la vida, la decisión de dedicar un libro únicamente a esta experiencia fue algo natural.

Mencionas que escuchaste frases que te lastimaron durante este período difícil. ¿Cómo crees que podemos acoger mejor a las personas que están pasando por un duelo?

Creo que la mejor recepción es validar las emociones de la persona en duelo. No querer imponer fórmulas ya hechas, ni repetir eslóganes, que acaban silenciando a quienes necesitan desahogarse. Mostrar interés genuino en escuchar lo que la persona tiene que decir, sin juicios, exigencias ni comparaciones. Reconoce que cada dolor es único. Y cuidado con la intención exagerada de aliviar las circunstancias, para que el exceso de atenuantes no tenga el efecto de acabar banalizando esa pérdida.

Flavia Camargo
Flavia Camargo

El libro trae un mensaje de dolor transformador. ¿Cómo te ayudó esta visión a seguir adelante y mantener viva la memoria de Igor?

Cuando Igor murió, mi corazón estaba vacío y lleno. Vi que la falta de él nunca me haría volver a ser quien era antes. Nuestro vínculo, una vez establecido, no cambió. La muerte no tiene el poder de deshacer un vínculo. Entonces me di cuenta de que la maternidad no era una cuestión de elección. Esto ya estaba definido desde el momento en que lo creé. A partir de entonces sólo hubo un camino: convertirse en madre. Pero, ante una ausencia, tendría que ser madre de otra manera, sin ver, sin oír, sin tocar. No podía usar mis sentidos físicos para relacionarme con él, pero sabía que continuaríamos relacionándonos, ya que él permanecería en mis pensamientos. Fue doloroso pensar en lo que no podría lograr con él, pero el dolor dio paso a la satisfacción, cuando comencé a centrar mis energías en la vida interna que el ser humano tiene la prerrogativa de vivir, que se desarrolla en la intimidad de su alma, el lugar donde él está conmigo.

¿Cómo espera que el libro “Cuatro letras” pueda ayudar a otras madres y familias que también están lidiando con una pérdida?

Espero que mi informe, que cuenta los movimientos mentales que realicé, los conceptos existenciales que construí, las reflexiones que me ayudaron a encontrar un camino más ligero, sirva de ejemplo de lo que otras personas también pueden hacer, según sea compatible con sus propios conceptos de vida, para desarrollar nuevas perspectivas en torno a lo que les duele, para que los recuerdos puedan despertar más gratitud que tristeza.

¿Qué cambió en ti como persona y escritora después de esta experiencia transformadora de maternidad y duelo?

Me volví más empático y desinhibido. Al estar disponible para hablar con muchas personas desconocidas, desarrollé una mayor capacidad para luchar contra la timidez. Tengo más coraje para exponerme, para arriesgarme a no tener control sobre lo que la gente piensa de mí. Es un esfuerzo, pero vale la pena por los beneficios que se obtienen. De esta manera pude conocer nuevos amigos, personas que están cultivando el amor incondicional y a través de ellos entré en contacto con actitudes que me demuestran que hay muchas personas buenas en el mundo.

Su próximo libro, “Outro Você”, pretende abordar temas profundos para los niños. ¿Cómo surgió la idea de abordar estos temas a través de un libro para niños?

Un día sentí la necesidad de transmitir a los niños este mensaje que he asimilado de la vida, sobre las pérdidas. Al darnos cuenta de cómo las pérdidas se suceden sucesivamente a lo largo de nuestro viaje y no hay forma de escapar de ellas, el secreto entonces es saber gestionar sus efectos cuando ocurren. Y la forma más fácil que encontré para introducir el concepto de pérdidas a los niños, mostrándoles que son naturales y no necesitan ser vistas como castigos o desgracias, fue el propio paso del tiempo, que transforma nuestro cuerpo en cada edad. Desde el entendimiento de que perdimos el cuerpo de niño, para ganar el cuerpo de adulto, llevé al lector a comprender que el cambio es un acontecimiento que pone una cosa en lugar de otra. Así que nunca hay una sola cosa que se va, sin algo que también llega y que también puede ser bueno.

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