Verenna Marques , una mujer trans negra del noreste, ha transformado su historia de superación en inspiración para cientos de jóvenes modelos que sueñan con desfilar. Fundadora de VM Scouting , referente nacional e internacional en el descubrimiento y desarrollo de talentos, Verenna se mudó de Salvador a São Paulo a los 16 años y hoy desafía los estándares estéticos y sociales con una gestión que combina técnica, afecto y transformación.
Tu viaje comenzó en Salvador y te llevó, a los 16 años, a São Paulo, con un corazón lleno de ambición y coraje. ¿Cómo fue ese momento de ruptura en tu vida y qué te impulsó a seguir adelante cuando todo a tu alrededor parecía incierto?
Cuando llegué a São Paulo a los 16 años, solo tenía coraje y un deseo inmenso de ser alguien en la vida. Había dejado atrás una infancia difícil, con abandono, huida… Y, sin embargo, en el fondo de mí, había una certeza: no podía rendirme. Lo que me impulsaba era mi fe y el deseo de hacer las cosas de otra manera. Incluso sola, sin estructura, sabía que no podía detenerme. São Paulo era enorme, sí, pero mi deseo de triunfar era mayor.
VM Scouting nació durante la pandemia, en un momento de incertidumbre para todo el mundo, pero para ti, fue un acto de fe que dio sus frutos. ¿Recuerdas el momento exacto en que te diste cuenta de que lo que antes era un perfil de Instagram podía convertirse en un negocio transformador?
Lo recuerdo como si fuera ayer. Llevaba un tiempo haciendo scouting , espontáneamente, porque creía en la gente. Pero durante la pandemia, con todo paralizado, miré Instagram y pensé: «¿Por qué no mostrar lo que puedo hacer aquí?». Cuando empecé a recibir mensajes, respuestas de agencias, oportunidades reales para las chicas, entendí: esto me trasciende. No era solo un perfil, era un canal para transformar vidas, incluida la mía.
Tu acercamiento a las modelos va más allá de la estética: hay técnica, empatía y un fuerte compromiso emocional. ¿Cómo afrontas la responsabilidad de ser la familia de estas personas en una ciudad tan intensa como São Paulo?
Esta responsabilidad no es ligera, pero es lo que da sentido a mi trabajo. Cuando alguien llega aquí, del campo, de las afueras, con los ojos brillantes y el corazón apesadumbrado, me recuerdo. Por eso, me esfuerzo por ser ese apoyo, ese cimiento. Ser su familia significa cuidar, significa estar presente, significa enseñarles más que una simple pasarela: significa enseñarles a caminar con autoestima. Porque nadie brilla si no tiene un punto de apoyo.

Dices con orgullo que «Vivaldo dejó el camino ya trazado y Verenna llegó para tomar el relevo». ¿Cómo fue experimentar tu transición en un mundo que sigue siendo tan conservador como la moda, y qué cambió en tu trabajo y tu visión del mundo después?
Fue un renacimiento. Mi transición llegó después de cumplir 24 años, cuando mi carrera ya había dado sus frutos. Sabía que sería un reto, que mucha gente podría darme la espalda. Pero necesitaba verme a mí misma de verdad. Con la llegada de Verenna , todo se aclaró: mi autoestima se recuperó, mi fuerza se multiplicó. Y al mismo tiempo, comprendí que pocos aún tenemos esta oportunidad. La moda está llena de belleza, pero necesita más verdad. Y mi existencia es una confirmación de ello cada día.
La belleza con axé —presencia, verdad y energía— define lo que realmente importa en el mundo de la moda. En la práctica, ¿qué buscas en una persona cuando la ves por primera vez y piensas: «Esta persona tiene algo especial»?
El axé es algo inexplicable, pero se siente. Cuando miro a alguien y pienso «hay algo ahí», es porque esa persona llegó con verdad, con presencia. Enseñamos técnica, pero ese brillo, esa energía que te atrapa, es poco común. No busco solo lo que cumple con los estándares. Busco lo que late, lo que conmueve. La belleza sin verdad no significa nada para mí. Pero cuando hay axé… ah, entonces hay futuro.
Creaste no solo una empresa, sino una red de apoyo, una nueva forma de explorar con cariño y estrategia. ¿Cuál fue el momento más memorable en el que sentiste que cambiaste la vida de alguien, y quizás la tuya también?
Había una chica que venía de un pueblo tan pequeño que ni siquiera había señal de celular. Cuando vi su video, supe que tenía que encontrarla. Cuando llegó a São Paulo y entró en una agencia internacional por primera vez, lloró. Y lloré con ella. Fue entonces cuando entendí: no se trataba solo de moda, se trataba de dar voz, dar tiempo, dar espacio. Ese momento lo cambió todo para mí. Porque cambiamos a los demás cuando creemos, y, al hacerlo, también nos transformamos a nosotros mismos.

En un país donde tantas mujeres trans aún sufren exclusión, te has convertido en un nombre respetado y un símbolo de logro. ¿Cómo ves tu papel en la lucha por una mayor representación y oportunidades reales dentro y fuera de la pasarela?
Sé que, siendo quien soy, mi existencia ya es un acto político. Ser una mujer trans, negra y del noreste, y ocupar este espacio, es como abrir una puerta con el pie, es como reventar una burbuja. Pero no sirve de nada estar ahí; también hay que atraer a otros. Ese es mi papel: demostrar que es posible y asegurar que otros tengan acceso. La pasarela debe reflejar el mundo real. Y hasta que lo haga, seguiré haciendo ruido.
Tu nuevo sueño implica viajar por el mundo con el equipo que has creado, abriendo camino a quienes aún no han tenido la oportunidad. ¿Qué crees que la moda —y el mundo— necesita entender sobre la inclusión, y cómo puede tu visión acelerar este cambio?
Falta escuchar de verdad. La moda debe dejar de incluir solo cuando resulta conveniente o atractivo en la campaña. La verdadera inclusión implica acceso, continuidad y apoyo. No basta con elegir un cuerpo diverso; hay que cuidarlo antes, durante y después. Mi visión surge de alguien que lo ha vivido en primera persona. Quiero formar un equipo que viaje, que busque historias ocultas en los rincones de Brasil y del mundo. Porque talento hay de sobra. Lo que falta es alguien que mire con corazón, estrategia y pasión.
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