En lo más profundo del subsuelo de un edificio de granito en las afueras de la capital de Islandia, Reykjavik, un robot reordena lentamente y de manera metódica la sangre enfriada de decenas de miles de personas de todo el mundo.

El proceso que ocurre en esta cámara de concreto está cuidadosamente calculado. El ADN se extrae de las muestras y se alimenta a máquinas de secuenciación, que determinan lentamente las secuencias únicas de bases químicas que forman la identidad de cada una de esas personas.

Posteriormente, los algoritmos de inteligencia artificial relacionarán este código genético o genoma con información detallada que se ha almacenado en bancos de muestras biológicas sobre su vida, como su alimentación, personalidad, elecciones de relaciones, hobbies y enfermedades que finalmente causaron su muerte, buscando conexiones que los científicos consideren estadísticamente significativas.

Esta cámara de concreto es propiedad de una empresa islandesa llamada deCODE genetics. Han secuenciado más genomas completos, más de 400,000 y el número sigue aumentando, que cualquier otra institución en el mundo.

Con este proceso, han logrado contribuciones importantes para comprender nuestro riesgo hereditario de padecer Alzheimer, esquizofrenia, enfermedades coronarias, diversas formas de cáncer y muchas otras enfermedades crónicas.

Pero deCODE también ha inspirado a investigadores en otras partes del mundo a utilizar el mismo proceso para sumergirse profundamente en la psique humana y encontrar conexiones entre el genoma y nuestra personalidad, preferencias alimentarias e incluso nuestra capacidad para mantener relaciones.

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