Inspirado por la lejana relación con su padre, el escritor y doctor en Ciencias de la Comunicación, Jeder Janotti Júnior , presenta «Mãe, o pai não vai chorar?», una obra que explora las cicatrices emocionales dejadas por hombres con rutinas rígidas y afectos restringidos. Con un lenguaje lírico y detallado, el autor revisita los recuerdos de la infancia y los últimos días de su padre para abordar los rituales de la masculinidad, las brechas emocionales y los legados emocionales que se transmiten a lo largo de las generaciones, situando a la madre como el vínculo afectivo que sostenía a la familia.

La figura paterna, rígida y emocionalmente distante, parece haber dejado una profunda huella en tus recuerdos. Al recordar la construcción de la casa familiar, uno de los momentos mencionados en el libro, ¿cómo describirías la presencia emocional —o ausencia— de tu padre en aquellos días?

De hecho, se trata mucho más de la ausencia del padre, figura contradictoria en la formación de la familia brasileña, ya que su presencia, cuando es necesaria, especialmente en las familias de clase media, se trata mucho más de una presencia financiera, materializada en el aporte de recursos, en la idea de proveedor, que de alguien que está emocionalmente presente, que comparte su tiempo con sus hijas e hijos.

En el libro, destacas el contraste entre la figura de tu padre y la fortaleza de tu madre, quien era el sostén de la familia. ¿Cómo fue para ti revisitar, a través de la escritura, esta dinámica entre ellos y cómo moldeó tu percepción de la masculinidad y el afecto?

El proceso de escritura del libro fue una especie de autoanálisis, como ocurre en un proceso terapéutico, tener presente las diferencias, narrar, organizar mis recuerdos fue, al mismo tiempo, un proceso de catarsis y de remembranza evaluativa que afectó mi propia dinámica en el rol de padre.

La idea del » pharmakon «, que mencionas como una forma de sanación a través de la escritura, es poderosa. ¿Cómo te ha ayudado el proceso de plasmar estos recuerdos en papel a ver tu relación con tu padre desde una perspectiva nueva, más reflexiva y quizás más generosa?

En primer lugar, y creo que esto se nota en el libro, tengo una profunda relación de cariño con los recuerdos de mi padre, pero como dije, al tejer la trama, atando cabos sueltos, vi a mi padre como una obliteración de los afectos, algo común en la figura del padre en su generación y, por desgracia, quizá en la mía. Pero al desentrañar este hilo, comencé a darme cuenta de que lo que cura también puede enfermar, precisamente porque hace presente la ausencia.

Jeder Janotti Júnior
Jeder Janotti Júnior

Momentos como el duelo, los últimos encuentros con tu padre e incluso los silencios entre ustedes aparecen como capítulos decisivos en tu vida. ¿Qué lecciones te enseñaron estos silencios sobre la comunicación —o la falta de ella— entre padres e hijos?

Creo que el silencio también es un bien necesario, a menudo escaso en una sociedad cuyo parámetro parece ser la conexión y el compromiso continuos. Cualquiera que haya tenido la oportunidad de convivir con hijos adolescentes sabe que la pregunta insistente «¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado?» suele ser ineficaz. Por otro lado, el silencio es relacional, siempre es lo contrario de una idea de ruido, de alboroto. Así como nos resulta imposible vivir en medio de un ruido incesante, el silencio en su conjunto presupone una ausencia, que en el caso del libro es la ausencia de un padre y la falta de afecto. Hoy en día, me resulta extraño escuchar historias de recuerdos afectivos de padres descritos como taciturnos, egocéntricos y silenciosos, como rasgos amorosos.

En » Mãe, o pai não vai chorar?», navegas por recuerdos que abordan el miedo a envejecer y el paso del tiempo. ¿Cómo cambió escribir sobre el lento declive de tu padre tu forma de afrontar tu propia finitud?

Tenía la ilusión de que escribir sobre la muerte sería una catarsis, una forma de aceptar irrevocablemente la idea de que todos tendremos un fin. Tras terminar el libro, desapareció otra ilusión: la romantización de la escritura. Sin embargo, por otro lado, la ficción, al experimentar otras posibilidades del mundo, sigue siendo una forma resiliente y reflexiva de afrontar este proceso, incluyendo la comprensión de que no es solo un asunto individual, sino generacional. Como escribí en el libro: Rita Lee se ha ido, Gal Costa también, mi padre no tuvo nada que ver con ellos, pero él también se ha ido.

El libro es para cualquiera que desee reconciliarse con su niño interior. ¿Cómo fue para ti encontrar y comunicarte con tu yo infantil mientras escribías, especialmente al revivir recuerdos tan íntimos y familiares?

El niño que vive dentro de mí es una construcción del presente, recordar es traer al presente lo que pensamos que fue, si podemos domar en alguna medida el idilio con este tiempo en el que nos creemos inmortales, donde el paso del tiempo parece alargado y tenue, quizás podamos aliviar parte de la angustia que nos aqueja al toparnos con esta inflexión en el paso del tiempo.

La obra también aborda temas universales como el sexismo y la desigualdad social. ¿Cómo cree que las historias de su familia pueden abrir espacio para reflexiones más amplias sobre estos temas en la sociedad actual?

Como decía, organizar y compartir estas experiencias me hizo ver desde otra perspectiva hechos y relaciones que normalmente abordamos de forma complaciente, como si fueran “naturales”.

En definitiva, al plasmar tus recuerdos en palabras, abres una ventana para que los lectores conecten con sus propias historias. ¿Qué mensaje esperas que cada persona se lleve al cerrar el libro, incluso si carga con su propio dolor y recuerdos no expresados?

Quizás seamos seres contados a través de múltiples historias y perspectivas, que son similares, tienen puntos en común entre todas ellas, como nacer y morir, pero que también son diferentes, pues cada una parece seguir un camino único a lo largo de ese sendero.

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