El investigador teórico-conceptual Orquiza JC lanza El Precio de la Vida: Tu Trabajo, Tu Energía – El Verdadero Motor de la Economía Mundial, una obra que cuestiona el actual ciclo de crecimiento económico y su impacto en la salud humana y el medio ambiente. Orquiza sostiene que la verdadera esencia de la economía reside en la fuerza vital del trabajador, proponiendo una revisión del modelo de trabajo moderno para asegurar un futuro más equilibrado y sostenible.
Su libro explora cómo el modelo actual de productividad pone al cuerpo humano en un estado constante de agotamiento. ¿Cómo crees que esta presión afecta no sólo al bienestar físico de las personas, sino también a su bienestar psicológico y emocional?
Vivimos bajo una economía que secuestra nuestra energía invisible, la energía que debería mantener nuestras células vivas y saludables. La consecuencia directa de esta exigencia constante es el agotamiento físico que rápidamente se transforma en desgaste emocional y psicológico, provocando ansiedad, depresión y enfermedades crónicas. El sistema económico actual actúa como un parásito que no respeta los límites naturales establecidos por el ADN humano.
Mencionas que nuestros antepasados prehistóricos dedicaban alrededor de 1,5 a 2 horas al día para asegurar la supervivencia. En un mundo donde el ritmo de trabajo es mucho más intenso, ¿qué cree que se podría hacer para restablecer un equilibrio más cercano a este modelo natural?
Necesitamos urgentemente cuestionarnos por qué hoy dedicamos casi toda nuestra energía vital al sistema económico, mientras nuestros antepasados lo resolvieron en menos de dos horas. La provocación aquí es repensar radicalmente nuestra idea de productividad: menos horas trabajadas, más eficiencia, más vida real. No se trata de una utopía, sino de respetar la lógica natural que sustenta la vida.
En El precio de la vida, usted propone que la verdadera sostenibilidad implica respetar los límites naturales del cuerpo humano. ¿Cuáles serían, en su opinión, los primeros pasos para que las empresas y los gobiernos empiecen a implementar este cambio de mentalidad?
Las empresas y los gobiernos deben aceptar que los humanos no son máquinas. El primer paso es crear límites claros para las horas de trabajo, garantizando descansos obligatorios. Otro paso esencial es medir la productividad por la calidad de la energía invertida, y no por la cantidad de tiempo empleado. Se trata de un cambio urgente que cuestiona directamente los cimientos del sistema económico actual.
El libro combina conceptos de filosofía, geopolítica, física y sociología para comprender la relación entre trabajo y energía. ¿Cuál de estas áreas le sorprendió más durante su investigación y cómo influyó en su visión sobre el tema?
La física me sorprendió profundamente, porque reveló que toda la economía global depende directamente de la energía producida por las células humanas. Cuando me di cuenta de que cada centavo, cada producto, cada movimiento económico depende de esta energía invisible que sólo las personas pueden proporcionar, mi visión cambió radicalmente: la economía no existe sin los seres humanos. Cuando la humanidad desaparece, la economía muere inmediatamente.
La idea de que la economía es impulsada por la fuerza vital del trabajador es bastante provocativa. ¿Cree usted que esta visión podría influir en las políticas laborales y económicas del futuro? ¿Qué tipo de resistencia imaginas que enfrentarías en este proceso?
Sin duda, esta visión puede revolucionar las políticas laborales y económicas al revelar que el verdadero activo económico es la vida humana. Pero la resistencia será feroz y vendrá de aquellos que se benefician del actual sistema de explotación energética. La mayor resistencia vendrá de la propia estructura económica, que prefiere ignorar el costo biológico y emocional de sostener su crecimiento artificial.
Usted destaca que la producción está por encima del agotamiento humano. En un escenario de competitividad global, ¿cómo podemos equilibrar el progreso económico con el bienestar de los trabajadores sin comprometer el desarrollo de las naciones?
Equilibrar significa admitir que el progreso económico no tiene por qué ser sinónimo de agotamiento humano. Necesitamos una nueva visión económica, donde la eficiencia sustituya a la explotación. Invertir en innovación, tecnología y jornadas laborales más cortas con mejor calidad de vida no compromete el desarrollo, al contrario: garantiza un crecimiento sostenible y humano.
El Precio de la Vida es una invitación a que la sociedad reevalúe su relación con el trabajo y la productividad. ¿Qué cambios prácticos espera que los lectores realicen en sus vidas después de leer el libro?
Espero que los lectores tengan el coraje de decir “no” a la lógica que les roba su energía invisible. En la práctica, esto significa revisar tu relación con el consumo, exigir condiciones laborales más justas, priorizar tu salud y tu descanso y, sobre todo, recordar siempre que cada minuto de energía invertido en el sistema económico se le resta a tu vida personal y biológica.
Su libro advierte sobre el ritmo insostenible de la producción industrial moderna. ¿Cómo ve el papel de la tecnología en esta dinámica? ¿Es parte del problema o puede ser una herramienta para encontrar ese equilibrio?
La tecnología es un arma de doble filo. Si se utiliza para acelerar aún más la explotación de la energía invisible, es parte del problema. Sin embargo, si se utiliza sabiamente, para aliviar la carga biológica, puede ayudar a restablecer el equilibrio natural que hemos perdido. El verdadero desafío es utilizar la tecnología para liberar la energía humana, no para aprisionarla aún más en ciclos insostenibles de producción.
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